Los últimos hablantes

Lingüística

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Compendio de lenguas en peligro de extinción y sus últimos hablantes.


Los últimos hablantes son personas anónimas, la mayoría octogenarias a las que se les ve como una vela que se va apagando. Cada vez que fallece uno de ellos no sólo se pierde a un vecino, amigo de juegos y compañero de tertulias, también se pierde una oportunidad, quizás la última, de hablar en su lengua.

En un proceso largo y azaroso, estas personas han conformado e interpretado su propia realidad en virtud de la época que les ha tocado vivir.

Otras personas se acercan a ellos; no es tarea fácil, requiere paciencia y mucho tacto para hacerles hablar. El objetivo no es otro que registrar no sólo sus voces, sus expresiones, sus canciones, sino una manera de ver la vida con sus tradiciones y costumbres; en definitiva, una manera de ver al mundo a través de su lengua, con su dichos y sus refranes.

Los últimos hablantes son tesoros lingüísticos. Cada vez que fallece uno de ellos no sólo se pierde una historia personal, también se pierde un libro que no se ha escrito, y a veces toda una enciclopedia.

La muerte de una lengua

Siempre que una lengua desaparece es porque está bajo la presión de otra lengua dominante. La primera consecuencia es que desaparece de la esfera pública para refugiarse en las casas, pasando a convertirse en una lengua cada vez más frágil, engullida por los medios de comunicación y los sistemas de educación imperantes.

Sus últimos hablantes son personas ancianas que suelen sentirse raras hablando su idioma moribundo en presencia de la gente foránea y suelen sentir una mezcla de vergüenza y una sensación de que no quieren que se sientan incómodos con ellos. Otras veces, incluso suelen estar reñidos entre sus propios vecinos y únicos hablantes.

La patología de una lengua moribunda se diagnostica fácilmente. Primero son los abuelos, que la hablan de modo fluido. Después los hijos, que la entienden, ya que crecieron hablándola pero terminaron aprendiendo y usando la lengua dominante por ser más cómoda para ellos. Por último los nietos, que sólo hablan la lengua dominante.

Incluso en dos generaciones, una lengua con cientos de miles de hablantes puede acabar en estado de agonía. Está ocurriendo en todos los continentes.

Sin la revitalización de la generación joven, una lengua puede pasar de estar viva a estar amenazada, y después moribunda, cuando sólo la hablan los ancianos, y finalmente acabar muriendo cuando fallece la última persona que lo habla.

Prejuicios y tópicos

Se suelen dar argumentos en contra de las diferentes lenguas que no favorecen, en absoluto, no ya su uso, sino incluso su supervivencia.

He llegado a escuchar comentarios como quela existencia de tantas lenguas sólo obstaculiza la expansión del conocimiento…

Otra argumentación desfavorable es aquella que declara quelas lenguas evolucionan, se dispersan, creando nuevos lenguajes. Unas mueren y otras nacen… así que ¿por qué preocuparse?

– No se aprecia el valor cultural e histórico que tienen las lenguas en sí, y se ve como injustificada la posibilidad de su recuperación.

Otro planteamiento es aquel que declara quesi las lenguas se mueren es porque la gente así lo quiere…

– Argumento falso, ya que se afirma que el empleo y uso de todas las lenguas parten bajo las mismas condiciones, como si fuera una cuestión de mercado de oferta y demanda, se da por sentado que todo el mundo tiene la misma oportunidad de decidir en qué lengua quiere hablar, lo que no siempre es cierto.

A nivel social se practica una especie de racismo en el sentido de hacer creer que hay lenguas superiores e inferiores en función de su utilidad económica y científica.

A nivel político se conculcan derechos fundamentales como la posibilidad de que las personas puedan escoger el idioma en que quieran expresarse. Los intentos de unificar una lengua para su mayor protección, otros lo ven como pura demagogia nacionalista. Así, a lo largo de la historia se dan transiciones que favorecen las políticas lingüísticas. No obstante, al estar éstas enmarcadas dentro de un espectro político, propician la aparición de partidarios y detractores de las mismas. Lo paradójico es que surgen así posturas excluyentes que en nada ayudan a la normalización lingüística deseada. No veo otra forma mejor de resumir los motivos que nos llevan a tener estos prejuicios que como escribe Juan Carlos Moreno en su libro ‘La dignidad e igualdad de las lenguas‘…

El idioma es algo con lo que todos estamos familiarizados de una u otra forma y ello nos lleva a emitir juicios apresurados y no basados en la reflexión y el estudio, sino más bien en impresiones subjetivas

Como dice Patxi Oroz Arizcuren:

La lengua no es algo muerto, sino que va tomando diferentes elementos a lo largo de la historia, pero siempre conserva algo que es sólo suyo. La lengua misma es un monumento cultural y todos tenemos el deber de cultivarlo y apoyarlo.

Factores que influyen

Los factores que influyen en la extinción de un idioma se pueden resumir principalmente en dos:

  • Factor biológico. Por su propia evolución, una lengua nace, se expande, se diversifica y acaba muriendo. La lengua original (o lengua madre) acaba disuelta en dialectos y variedades lingüísticas. Es el caso del latín y su legado en las lenguas romances.

  • Factor natural. Por la desaparición de sus últimos hablantes, provocada a su vez por una catástrofe natural o por el hombre, con sus guerras y conflictos, ocasionando una importante pérdida de la diversidad cultural de los pueblos.

Lenguas muertas

A continuación, una relación de algunas de las lenguas históricas que han ido desapareciendo y las fechas aproximadas de su desaparición:

Edad Antigua

Hitita, comienzos del siglo XI antes de C.

Moabita, siglo VIII antes de C.

Egipcio clásico, comienzos del siglo VII antes de C.

Íbero, comienzos del siglo I.

Celtíbero, comienzos del siglo I.

Etrusco, comienzos del siglo I.

Griego clásico, comienzos del siglo III.

Escita, siglo V.

Sármata, siglo V.

Arameo, siglo VI.

Latín, hacia el siglo VII.

En esta relación podemos comprobar la influencia que ejerció el latín como lengua dominante del Imperio Romano sobre los íberos, celtíberos y etruscos, cuyas lenguas desaparecieron en el mismo periodo histórico, a comienzos del siglo I. Por otra parte, el latín no se considera propiamente una lengua extinta, ya que todavía se usa en las ceremonias y enseñanzas católicas y en el Estado Vaticano.

Edad Media

Gótico, comienzos del siglo IX.

Tocario, comienzos del siglo X.

Mozárabe, comienzos del siglo XII.

Arameo medio, comienzos del siglo XIII.

Antiguo eslavo eclesiástico, siglo XIII.

Copto, comienzos de siglo XV.

Edad Moderna

Antiguo prusiano, comienzos del siglo XVIII.

Polabo, en el siglo XVIII.

Córnico, la última hablante murió en el año 1777.

Edad Contemporánea

Dálmata, el último hablante (Antonio Udina) murió en 1898.

Gaélico de Manx, el último hablante murió en 1977.

Ubijé, el último hablante (Tevfik Esenç) murió en 1992.

Historia de una lenta agonía

Hablamos de la desaparición de un dialecto del vascuence que se hablaba en un valle del Pirineo navarro: el Uskara o vascuence roncalés. Lo han estudiado y documentado, entre otros, el Principe Bonaparte, y lingüistas de la talla de José y Bernardo Estornés, Koldo Mitxelena o Juan San Martín.

Debido a la complicada orografía del Valle del Roncal, que hacía difíciles las relaciones con los habitantes de los valles vecinos, se le considera al uskara como el dialecto más antiguo de Europa, que conservó las formas lingüísticas más arcaicas del vascuence, y especialmente en su toponimia.

Fue un 31 de julio de 1967 cuando fallecía en el pueblo roncalés de Isaba don Ubaldo Hualde a la edad de 96 años. Aunque no se pudiera afirmar que con él muriese el uskara, pues todavía quedaron algunas personas capaces de hablarlo; sin embargo, eltíoUbaldo era la última persona que además de hablarlo también lo escribía, y con él se perdío a un auténtico archivo viviente.

Con la muerte de don Ubaldo se anunciaba la inminente desaparición de este dialecto vasco. Su última hablante fue doña Fidela Bernat, que murió en el pueblo de Uztárroz en el año 1992.

La agonía comenzó a finales del siglo XIX, cuando el uskara era de uso habitual en las casas, en los comercios y en las calles. Los roncaleses dominaban también la lengua castellana, tan necesaria para los ganaderos en las rutas trashumantes y también para los almadieros en el transporte de los troncos por los cauces fluviales. Por entonces, las mujeres sólo salían del valle para ir a Mauleón, en la vertiente norte del Pirineo. Iban a trabajar en la fabricación de alpargatas y no dejaban de hablar el vascuence, pues allí se hablaba el souletino, un dialecto muy parecido al suyo.

El año 1876 fue una fecha clave en esta triste historia; finalizada la Guerra Carlista, llegan al valle maestros foráneos que no hablaban el vascuence, prohibiendo y castigando en las escuelas el uso del uskara. La abolición de los Fueros supuso además la aparición de las fronteras con la presencia masiva de carabineros en el Roncal, dificultando aún más las ya difíciles comunicaciones con la región vecina, Zuberoa. Más tarde, la construcción de la carretera hasta el pueblo de Isaba potenció la ‘castellanización’. Luego llegaron forasteros desde otras regiones de España, que venían a trabajar en la tala de árboles en sus bosques, y con ellos también los camineros, vendedores ambulantes, etc.

Como dice Fernando Hualde, nieto del tío Ubaldo…

De la conjunción de todos estos factores surgió el sentimiento y la sensación de que el uso del vascuence era algo poco práctico, sabiéndose además que en la capital estaba mal visto; era sinónimo de incultura.

Así es cómo el uso del vascuence roncalés quedó relegado al ámbito familiar de los hogares y a la intimidad de las tertulias de sus vecinos. Enseguida los jóvenes dejaron de hablarlo. A comienzos del siglo XX, las personas que lo hablan cuentan con más de 40 años de edad. Burgui fue la primera localidad en perderlo.

Fernando Hualde lo expresa dramáticamente de la siguiente forma:

… Aquella generación de niños que en la escuela sufrieron castigo por usar su lengua materna fue, curiosamente, la última generación en hablarla y en recibir su transmisión.

Termino esta historia con un apunte esperanzador, pues me consta la lenta recuperación del euskara batúa en las escuelas del valle. Recientemente acudí a un concierto en el Auditorio de Barañain, localidad vecina de Pamplona, a cargo del grupo Mielotxin, donde presentaban su último trabajo, y cuál fue mi sorpresa que el tema que daba título al álbum ‘Almadierra‘ lo habían escrito en uskara roncalés.

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